Que sábado...

El sábado fue un día en el que me pasaron cosas muy bizarras...
A la tarde, bajo la lluvia, fui a la peluquería, y cuando llegué, mi coiffeur (ahhh, soy muy glamorosa) estaba atendiendo a un caballero cuya edad estaba entre los 70 y la muerte, que se se estaba haciendo teñir el cabello y sus cejas de negro azabache (el Sr. estaba todo lleno de tintura, excepto "el doble garage que tenía en la frente y la pileta del fondo de la cabeza", donde no había pilosidad).
Para hacer mi espera más llevadera, me puse a leer una revista con un artículo muy pelotudo que decía "como distinguir a que tribu urbana pertenece su hijo", como que todos los hijos de las huecas que leen esa revista tienen la obligación de pertenecer a una tribu. Como me hace reir la revista Tendencias, es tan estúpida!!!
En ese interín, veo que un Sr. se pasea delante mío y se sienta en un sillón a mi izquierda... Obviamente yo no le presté atención y seguí leyendo la "interesante" revista. Al rato, el Sr. teñido se levanta y sale a la calle (con tintura en su cráneo y bajo la lluvia!!) y vuelve a los 2 minutos, sentándose a mi derecha. Nuevamente, yo no le di bola.
Al rato, paso al lavacabezas, comienzan con el trámite, y el viejo es llamado para lo mismo. Yo conversaba animadamente con mi coiffeur y el viejo escuchaba como le contaba sobre como jugaba con los sapos cuando era chica. Mi peluquera se reía y decía que era un asco, como los murciélagos, y yo le contaba la historia de una amiga que tenía uno como mascota. En ese momento, el viejo se metió en la conversación y dijo que él, cuando era un niño hacía fumar a un murciélago (para mi, el que fumaba era él, y no exactamente un Marlboro), y me preguntó si le había puesto un cigarrillo al pobre animalito, porque "a los murciélagos les gusta fumar". Con la amabilidad que me caracteriza, no le contesté al viejo, que insistió un par de veces con eso de que "de verdad, les gusta fumar, no sabías??". El viejo me había roto las pelotas, así que con mi mejor sonrisa le dije: "Y... le pregunté si le gustaba fumar, pero el murciélago no contestó, así que no se".
Más tarde, me preparé para acompañar a una amiga a una fiesta, y cuando llegamos a la casa del agasajado, éste nos presentó a sus amigos del colegio... y casi me infarto cuando me presentó a Agustín.
Resulta que conocí a este chico hace dos años en un boliche de la zona del Chateau. Yo estaba bailando con un grupo de amigos, y él me preguntó si podía bailar. Como en el fondo soy buena, le dije que si, que no había problema, porque el lugar era público. Cuando quiso conversar conmigo, le hablé de estadística estocástica... y resulta que el muchacho estudiaba ciencias económicas, así que hablamos un buen rato de ese agradable tema (muy lindo, domingo a la madrugada). Al rato le dije que me tenía que ir (a las 4 AM) y obviamente, fui a otra pista (esto fue de buena, para que el muchacho no perdiera la posibilidad de conocer a otra señorita).
A la media hora el tipo me dijo: "no te fuiste", a lo cual le sonreí y le dije que no, que habíamos cambiado los planes, pero que no tenía más ganas de bailar y estaba de mal humor.
Al sábado siguiente, fuimos con mis amigas a otro boliche de Nueva Córdoba, y cuando nos estábamos yendo, apareció Agustín al grito de "Contaaa, te acordás de mi??". Casi me muero, y le dije "disculpame, me confundiste con otra persona". El pibe insistió, y le dije que era abogada, que me disculpara, pero no era yo... Pero él (con mucha razón) no me creía e insistía, le dije: "mirá, me tengo que ir, mis amigas se van" y salí corriendo con tanta suerte, que no vi las escaleras y el seguridad de la puerta me abarajó en el aire...
Este sábado, recordé esto y me quería morir! Que verguenza... supongo que el pibe no se acordaba de mi, sino efectivamente hubiera terminado con la cuchara del aderezo clavada en la cabeza... Encima, pasó lo que yo hace 2 años había evitado, tuve que bailar un rato con él.
Cosas que me pasan nomás!