sábado, 28 de enero de 2012

Lluvia de boludos

Si, son los que se me aproximan. Ni uno que valga la pena.
Está el boludo houdini, que se cree el macho de américa, el que puede hacer lo que quiere con una, desaparece como por arte de magia (y por desgracia no muere en dicho acto), y cuando reaparece, pretende que una le aplauda, que lo mime porque oh, pobre alma desolada, le sucedieron calamidades varias. Y no solo eso, también pretende que una lo busque, y que olvide las cagadas que se mandó. Por favor, soy un elefante, no por lo gorda, sino por la memoria.
El boludo agrandado, quien se cree el inolvidable, el que nunca se irá de nuestra memoria. Pero no, la elefantitud antes mencionada, se va, porque querido, ya tuviste tu cuarto de hora. Ya fue. Ahora, sos recuerdos, bueh, ni eso a veces... y si te veo, todo bien, pero ya pasó. Antes que verte, prefiero hacer 4 docenas de empanadas (tengo el freezer lleno, por si alguien quiere).
Y el boludo interesante, ese simpático, con el cual da ir a tomar unas cervecitas... y nada más. Pero no, el cree que vos lo buscás porque estás enamorada, pese a que una le trata como a otra amiga, le aclarás que no te pasa nada con él... pero no. Él sigue empeñado en pensar que vos lo buscas porque el es el gran amor de tu vida.
Por favor, que salga el sol, porque me harté de hacer empanadas y prefiero la sequía a esta lluvia de mierda.